miércoles, 18 de abril de 2007

Teniente General EUSTOQUIO FRÍAS el último jefe del Ejército de los Andes


Héroe de la Independencia
Granadero del Ejército Libertador del Gral. José de San Martín



Eustoquio Frías fue el último de los jefes del Ejército de los Andes que vio Bs.As. Un día le preguntó el presidente Pellegrini si conservaba alguna de sus espadas usadas en las campañas de la libertad, y Frías le contestó con voz pausada: " No, aunque he cuidado mucho mis armas, porque la Patria era pobre y yo también. El sable que me regaló Necochea en Mendoza, lo rompí en Junín. Ya estaba algo sentido...".

Nació en la ciudad de Salta el 20 de setiembre de 1801, siendo sus padres el teniente coronel don Pedro José Frías, quien en la batalla de Tucumán perdió una pierna y doña María Loreto Sánchez Peón y Ávila. Respecto a su madre merece ser recordada por su heroísmo durante la famosa guerra de los gauchos. Fueron miles los hechos heroicos que se sucedieron y algunos de ellos pasaron a la posteridad como "El correo de la Guerra Gaucha". Entre las muchas mujeres que se jugaron la vida por la patria se encontraba la madre de Frías. Esta salteña, como muchas otras, apelaron a insólitos medios para tener al corriente a Güemes de lo que hacían o proyectaban los realistas y entonces ideó el más sencillo y original de los correos a fin de mantener una segura y continua comunicación entre la plaza y la montonera. En el tronco de un algarrobo que se encontraba en las afueras de la ciudad a orillas del Río Arias, hizo abrir una cavidad lo suficientemente grande para permitir la entrada de una mano y para disimularla se la cubría con la misma corteza del árbol. Utilizando las criadas que iban a lavar al río, leales a su patrona y tan patriotas como ella, hacía colocar los mensajes que ella misma escribía y que un gaucho del caudillo Burela retiraba por la noche, colocando, a su vez, la comunicación de sus compatriotas que generalmente contenían preguntas que responder o indicaciones de lo que convenía averiguar. Eustoquio Frías, en Tucumán prestó servicios, aunque de escasa importancia en razón de su poca edad, en el ejército del General Manuel Belgrano. El 11 de marzo de 1816 fue dado de alta como soldado del Regimiento de Granaderos a Caballo con el padrinazgo de Mariano de Necochea. Asistió a la campaña del Perú, bajo las órdenes del Gral. San Martín, en 1820. Tomó parte en las dos campañas de la Sierra, a las órdenes del Gral. Juan Antonio Álvarez de Arenales y se distinguió en los combates de Nazca y Cerro de Pasco. Integró las fuerzas que sitiaban las fortalezas del Callao en 1821 y en el asalto a las mismas, a las órdenes del Gral. Gregorio Las Heras. Al año siguiente participó en la campaña de Quito como sargento y fue uno de los noventa y seis Granaderos con que Juan Lavalle cumplió la hazaña de Río Bamba. Bajo las órdenes del Gral. Sucre se encontró a la batalla de Pichincha donde fue condecorado. Volvió a Lima conduciendo a los granaderos que habían quedado en la capital del Ecuador y a mediados de enero de 1823 combatió en Chunganga, donde una bala le cruzó el brazo derecho. Se batió en Junín y Ayacucho en 1824 formando parte de los 120 granaderos que se incorporaron al ejército de Bolívar. En Ayacucho, con Sucre, volvieron a herirlo de un bayonetazo en una rodilla, y por el valor desplegado en todas las acciones fue condecorado con una medalla de oro por decreto de Bolívar. El 25 de diciembre de 1825 llega a Mendoza conducido por el Coronel Félix Regado y se publicó la noticia del arribo de "el resto del Ejército de los Andes, después de nueve años de campaña" y se dio la lista de los "19 o 20 sobrevivientes" donde figuraba el portaestandarte Eustoquio Frías. Dos años después regresó a Buenos Aires y tomó parte en la guerra contra el Imperio del Brasil, (proclamado por Pedro 1º en 1822), y en la campaña terrestre de esta contienda formó en el Regimiento Nro. 16 luchando en el combate de Ombú el 15 de febrero de 1827 con Olavarría y en la batalla de Ituzaingó el 20 de febrero del mismo año con Lavalle, con triunfos argentinos. Concluida la guerra con el Brasil, Frías acompañó a Lavalle en todas sus campañas (1828 - 1829) y se encontró en Navarro, Zapallar, Arroyo de la Matanza y Puente de Márquez. En enero de 1830 solicitó el retiro, emigrando en 1839 al Estado Oriental. En este último año se incorporó a la campaña de su antiguo jefe de Río Bamba, a quien lo siguió con admirable fidelidad actuando en las luchas civiles contra el gobierno de Rosas. A las órdenes del Gral. Iriarte hizo la campaña de Santa Fe y combatió en la batalla del Salado y a la toma de la ciudad. En setiembre de 1840 estuvo en Calchines y en el combate de Quebracho Herrado, cuando fue derrotado Lavalle y dispersadas sus fuerzas. Frías ya era Teniente Coronel y con parte de las tropas tenía orden de actuar en Catamarca, siendo sorprendidas sus fuerzas por el Gral. rosista Ángel Pacheco en los campos de San Calá, el 8 de enero de 1841. Entre los 900 prisioneros unitarios figuraba Frías, a quien se lo condujo a pie a Buenos Aires, siendo encerrado en los calabozos del cuartel de Retiro. Rosas intentó incorporarlo a su causa, y como no lo logró fue puesto en libertad, después de 8 meses de prisión, por mediación del almirante de la escuadra francesa. Después de la muerte de Juan Lavalle, Frías se fue a Montevideo y participó en las fuerzas de la defensa en el sitio de ésa ciudad, cuya guarnición dirigía el Gral. Paz. Cuando éste salió de Montevideo el 10 de julio de 1844 Frías lo acompañó a Corrientes y luego al Paraguay, en calidad de emigrado, al disolverse el segundo ejército libertador. En enero de 1847 Rosas envía a Felipe Arana a negociar la paz entre Bs.As. y Corrientes. En julio el gobernador correntino Joaquín Madariaga llama al pueblo a tomar las armas, Urquiza le envía un ultimátum y comienza a preparar el ataque a la provincia. Ese año Frías regresó del Paraguay y pasó a formar parte del ejército que organizaba Madariaga. Tras varias negociaciones, no se llegó a un tratado y Urquiza sabiendo que aún no ha llegado la hora de la rebelión total reinicia sus hostilidades con Corrientes y sobreviene el desastre en el Potrero de Vences. Derrotado Madariaga la capital correntina es ocupada por el coronel Miguel Virasoro asumiendo el gobierno de la provincia. Después de Vences, el 27 de noviembre del mismo año Frías volvió al Paraguay, para regresar y ofrecer sus servicios al Gral. Urquiza al pronunciarse éste contra Rosas e integrar el Ejército Grande, tomando parte en la batalla de Monte Caseros, el 3 de febrero de 1852. Se halló en San Gregorio a las órdenes del Gral. Gregorio Paz y desde 1855, cuando fue nombrado segundo jefe de la frontera norte, combatió a los indios bajo el mando del Gral. Emilio Mitre integrando la expedición al desierto de enero de 1858, una de las más largas campañas, de extrema pobreza, donde Frías derrochó heroísmo en encuentros verdaderamente bárbaros, donde asoló la traición, el frío, el hambre y la muerte. Formando parte de la división de este general luchó en la batalla de Pavón, el 17 de setiembre de 1861 en defensa de Buenos Aires. Posteriormente se destacó en la invasión de Corrientes por parte de los paraguayos, cuyo presidente era el Mariscal Francisco Solano López actuando en la batalla de Tuyutí el 24 de mayo de 1866, siendo ésta la más sangrienta lucha librada en suelo americano donde se produjeron 14.000 bajas paraguayas y 4.000 aliadas (Argentina - Brasil - Uruguay) con el triunfo de éstas. En 1866 pasó a la lista de los Guerreros de la Independencia y el 3 de noviembre de 1882 después de haber sido promovido a diferentes grados obtuvo la jerarquía de Teniente General, y figuró en la guarnición de la Capital Federal hasta diciembre de 1890.-
"Era alto y macizo, de ojos claros, de barba entera, muy blanca y fina, hecha para dejar ver en el pecho, los días de gran parada, el escudo de Pasco, la medalla de oro de Ayacucho, los cordones de Ituzaingó".- Falleció en Buenos Aires a los noventa años el 16 de marzo de 1891. Sus restos los llevó el ejército en una cureña a la Recoleta, donde se le rindieron honores civiles y militares y en su sepelio pronunció un discurso el presidente de la república Dr. Carlos Pellegrini.- Cuarenta años después, los Arsenales de Guerra fundieron una urna de bronce, y en ella se veneran sus restos.-

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